domingo, 2 de julio de 2017

María Zambrano ( Vélez-Málaga, España, 1904–Madrid, 1991)






El agua ensimismada
                                                    Para Edison Simons

El agua ensimismada
piensa o sueña?
El árbol que se inclina buscando sus raíces,
el horizonte,
ese fuego intocado,
¿se piensan o se sueñan?
El mármol fue ave alguna vez;
el oro, llama;
el cristal, aire o lágrima.
¿Lloran su perdido aliento?
¿Acaso son memoria de sí mismos
y detenidos se contemplan ya para siempre?
Si tú te miras, ¿qué queda?

1950. Roma (antes de abril) .
Albergo d'lnghilterra.
La Pièce, 2 de febrero de 1978



Eau en soi-meme mise i.

eau en soi-meme mise
elle pense ou se reve ? 
Larbre qui se penche en quete de ses racines, 
l'horizon,
ce feu intouché ils se pensen ou se revent ?
La marbre une fois fut oiseau; 
flamme, 1' or;
air ou larme le cristal.
Pleurent-ils le souffle perdu ? 
Peut-etre sont-ils mémoire d' eux-memes 
qui retenus a jamais se contelnplent ? 
Si tu te mires, que reste-t-il ? 

Traduit par Robert Marteau


domingo, 25 de junio de 2017

Borges , Guerero escritos en colaboracion


                    

Durante los últimos veinticinco años de su estudiosa vida, el eminente hombre de ciencia y filósofo Emanuel Swedenborg (1688-1772) fijó su residencia en Londres. Como los ingleses son taciturnos, dio en el hábito cotidiano de conversar con demonios y ángeles. El Señor le permitió visitar las regiones ultraterrenas y departir con sus habitantes. Cristo había dicho que las almas, para entrar en el cielo, deben ser justas; Swedenborg añadió que deben ser inteligentes; Blake estipularía después que fueran artísticas. Los Ángeles de Swedenborg son las almas que han elegido el Cielo. Pueden prescindir de palabras; basta que un Ángel piense en otro para tenerlo junto a Él. Dos personas que se han querido en la tierra forman un solo Ángel. Su mundo está regido por el amor; cada Ángel es un Cielo. Su forma es la de un ser humano perfecto; la del Cielo lo es asimismo. Los Ángeles pueden mirar al norte, al sur, al este o al oeste; siempre verán a Dios cara a cara. Son ante todo teólogos; su deleite mayor es la plegaria y la discusión de problemas espirituales. Las cosas de la tierra son símbolos de las cosas del Cielo. El sol corresponde a la divinidad. En el Cielo no existe tiempo; las apariencias de las cosas cambian según los estados de ánimo. Los trajes de los Ángeles resplandecen según su inteligencia. En el Cielo los ricos siguen siendo más ricos que los pobres, ya que están habituados a la riqueza. En el Cielo, los objetos, los muebles y las ciudades son más concretos y complejos que los de nuestra tierra; los colores, más variados y vívidos. Los Ángeles de origen inglés propenden a la política; los judíos al comercio de alhajas; los alemanes llevan libros que consultan antes de contestar. Como los musulmanes están acostumbrados a la veneración de Mahoma, Dios los ha provisto de un Ángel que simula ser el Profeta. Los pobres de espíritu y los ascetas están excluidos de los goces del Paraíso porque no los comprenderían.

Tomado de "El libro de los seres imaginarios" - JORGE LUIS BORGES 
Con la colaboración de Margarita Guerrero



domingo, 18 de junio de 2017

Tal Nitzan ( Jaffa 1960)








Por un momento

 
Cuando me habló
el hombre balbuceante
también se resquebrajó mi voz.

Por un momento, aquello
que cortaba su rostro
rajó mi vientre.
En la ciudad lastimera y erizada
fuimos isla de apretada tristeza.

Sólo aquel pesar,
en ese viento fuerte que se alzó
de nubes que huían al galope,
me retuvo en tierra.

 Traductor Gerardo Lewin

Hanoch Levin ( Tel Aviv 1943, Ramat Gan 1999)





Dialogo en la  obra Traficantes de latex (  Sojarei gumi )

Bella Baralo , la farmaceutica :


"No va a tener un rostro del que pueda despedirse, ni nadie que llore por usted o que lo lleve a la tumba.  ¡Ay, Samuel, Samuel! Si su alma llega al paraíso - y no puedo imaginarla en otro lugar - le pido por favor que rece por mí frente a Dios, que le hable bien de mí, porque cuánto nos queda ya por vivir, cincuenta, sesenta años, dígale que no viví una vida demasiado feliz, pídale que me dé la porción de felicidad que me corresponde, que no espere hasta el último momento, y le pido que me cuide desde arriba, Samuel, que observe bien todos mis pasos y si ve que estoy por caerme en un pozo avíseme y cuénteles a ellos, a los ángeles, cuénteles qué mujer soy, que no soy para nada terrible, una mujer que le vendía remedios a la gente y que ofreció mucho amor, qué culpa tengo si nadie lo quiso y que me traigan algo, los ángeles, si es que andan por acá, no me opondría a ningún milagro pero tampoco me molesta recibir algo por la vía natural y le pido también que se ponga en contacto con mis difuntos padres, cuénteles todo, digales que no se queden quietos, que se muevan, que hagan algo, todos ustedes, hagan algo, Washington 36 departamento 8, hagan algo por mí, algo, algo..."





 Samuel Esperol :

"Cae la noche sobre el cementerio. Mi primera noche. Ya se fueron todas las viudas, los enterradores, los sacerdotes. Los pájaros duermen. Silencio. Quietud. Acá estamos, filas y filas, acostados, como niños en una guardería, una camita junto a la otra, susurrando en la oscuridad cuando todas las luces se apagaron. Qué anda pasando allá afuera, preguntan los veteranos, ¿a cuánto está el dólar? Les cuento a cuánto está el dólar. Y qué tal es la vida en el más allá, pregunto. No existe, dicen riendo con la boca llena de tierra. No existe la vida en el más allá. ¿Y los frutos del árbol, y las verdes praderas y el leviatán? ¿Y los banquetes, los coros de querubines? Nada, se ríen los veteranos con la boca llena de tierra. No hay banquetes ni querubines. ¿Y la resurrección de los muertos? pregunto ¿ya hay alguna fecha? No hay fecha, se ríen los veteranos con la boca llena de tierra. Son todos rumores, hay que sentarse y esperar, sencillamente esperar. ¡Ay, amigos muertos, no me vengan con eso ahora! Les grito, recuerdan cuando muchas veces soñábamos que moríamos y de repente, justo a último momento, nos despertábamos bañados en sudor, cada uno en su cama, y comprobábamos que era sólo un sueño. Esta vez, esta vez también nos despertaremos, muchachos, aunque sea un sueño muy muy largo y seco y tenemos mucha, mucha sed, nos deshacemos de tanta sed. Ay, amigos muertos, les grito, no me vengan ahora con esas cosas, acá está Samuel que llega con una valija llena de forros a la tumba. Si vamos a soñar un largo sueño, que sea un sueño erótico. Muchachos, en Texas están enterradas chicas junto a sus mansiones sus maizales y sus piscinas. Enterradas en ataúdes de plata, esto es Texas, muchachos, y hay que ver los culos que plantan en la tierra. ¿Ustedes ven lo que yo veo? ¿Qué ves? preguntan los veteranos; acá está oscuro. Más allá de la oscuridad, les digo, ¿ven? Texas. En la mitad de Texas. Un cementerio de lujo, amplio, lleno de árboles, flores, magníficas lápidas de mármol, ¡qué digo lápidas, panteones! Y justo bajo la lápida más hermosa, la más imponente, bajo la tierra -¡y qué buena tierra! - yace en su ataúd de oro una chica llamada Bárbara. En vida era una gran deportista, encantadora, qué hermoso culo, grande, redondo, se extiende ante uno como un cielo y ahora está ahí, bajo tierra, recostada y esperándonos."